martes, 12 de agosto de 2014

Subida nocturna a Bola

09-08-2014

Todo un clásico que no puede faltar en la agenda de un aficionado a la montaña en Madrid. Decidimos aprovechar la claridad de una noche de verano con la luna casi llena y las suaves temperaturas, para hacer la ruta. Si añadimos a este cocktail las espectaculares vistas nocturnas que nos ofrecen las cumbres de la sierra de Guadarrama, ya tenemos la excusa perfecta para hacer algo especial una noche...


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La cumbre del alto de las Guarramillas, más conocido como La Bola del Mundo, es nuestra sugerencia para esta experiencia de vivir la naturaleza y la montaña de una manera diferente, sobre todo para aquellos que no acumulen mucha experiencia en montaña y quieran sentir lo que es alcanzar una cima en plena noche. Esta ruta es sencilla: subir en coche hasta el parking del puerto de Navacerrada y desde allí, ascender por la pista pavimentada que lleva hasta la cima del pico.


El material necesario...casi lo mismo que de día. El único añadido que debemos hacer a nuestro equipo es una luz frontal o una linterna de mano, solamente por una cuestión de seguridad. Lo cierto es que si revisamos bien el calendario, elegimos bien el día del que dispongamos más cercano a la noche con luna llena y da la suerte que esa noche el cielo sea lo más despejado posible, podremos disfrutar de toda la ruta bajo la mágica luz de nuestro astro lunar.  Eso es precisamente lo que hace tan especiales a las rutas nocturnas, además de poder contemplar un cielo limpio, mucho más que en las ciudades, sobre todo limpio de contaminación lumínica.


Los aficionados a la astronomía, los más pequeños, los enamorados, aquellos que piden un deseo con cada estrella fugaz...todos quedan maravillados al contemplar el cielo nocturno desde la montaña. Y además de la luz que nos viene desde arriba, también tenemos la que nos viene de abajo. Una vez en la cima podemos disfrutar de lo que la mano del hombre deja en la tierra: la masa iluminada de la gran urbe, pequeños pueblos, gusanos de luz que los unen y serpentean a nuestros pies. Sencillamente impactante.